En estos últimos días he tenido la gran oportunidad de visitar por primera vez territorio extranjero, dejémoslo así. Uno que siempre había pensado que España era el centro del universo, y que si el planeta giraba alrededor del Sol era un mero accidente físico que poco tenía que ver con la magnitud de este excelso país, resultó que fuera de nuestras fronteras... ¡¡¡también hay vida!!! Increíble. Se respira igual, la gente no va haciendo el pino por la calle, y todos tienen dos brazos como nosotros. Realmente aquella visión resultó todo un descubrimiento cuando aterricé en Niza.
No voy a decir que no pasara miedo a la hora de tomar tierra, más que nada porque el aeropuerto de esta hermosísima ciudad mediterránea se sitúa a pie de mar, con la incógnita que supone ver a través de las ventanillas del avión que sólo hay mar a tu alrededor mientras el avión pierde altura de manera acelarada. Bueno, casi me daba más pena terminar pereciendo en territorio extranjero...
Al final nada... y digo nada, porque la primera impresión tras unos escasos minutos en el país francés, uno piensa que quizás todo aquello de que en este Planeta sólo exista España, es una gran mentira. Vamos, que perfectamente, cuatro operarios de Iberia podían haber zarandeado un poco el autobus con alas en que estábamos subidos durante hora y media y habernos pasada una película por las ventanillas como en las películas antiguas mientras un gran equipo de especialistas se dedicaba a cambiar el escenario que nos rodeaba... La realidad es que parecían habérselo currado bastante he de reconocerlo. Todos hablaban un francés exquisito (o algo parecido). Fuera lo que fuera, o bien Iberia se lo había currado muy bien con el montaje (lo que se paga por estos pasajes bien lo merece) o bien realmente habíamos atravesado las fronteras de la madre patria para aterrizar en territorio de croissants, Le Monde Diplomatiques, Sarkozys, y demás fauna autóctona. La verdad es que la verdadera visión que nos hizo entender que aquello no era España era el precioso oleaje que a pie de pista coronaba una estampa hermosísima. Todo un espectáculo para los sentidos, que sólo podía suceder fuera de Madrid... salvo que el Manzanares hubiera sufrido una crecida impresionante... todo es posible.
Pronto nos vimos forzados a expresarnos en la dichosa (y detestable) lengua de Shakespeare, más que nada porque si en 10 años no era capaz más que de chapurrear el inglés, cualquiera podía arriesgarse con el francés que apenas había "repasado" durante tres años. Así que puestos a comunicarnos, intentamos utilizar el inglés, por lo menos en este primer día, con más voluntad que acierto, aunque bien es cierto que pronto alcanzamos un acuerdo tácito con los franceses, que permítanme que diga, que cuando hablan parece que guardan dentro la comida de todo el día. ¡Qué pompa se dan! En todo caso, ya vimos que aquello de la comunicación iba a transcurrir por los cauces más simples, cuando a simple vista vimos que encontrar un francés que supiera hablar bien inglés era más difícil que encontrar a algún españolito de a pie que pueda pensar que España pasará este año de Cuartos. Así las cosas, el inglés chabacano, el "auténtico inglés" había llegado a Niza...
No voy a decir que no pasara miedo a la hora de tomar tierra, más que nada porque el aeropuerto de esta hermosísima ciudad mediterránea se sitúa a pie de mar, con la incógnita que supone ver a través de las ventanillas del avión que sólo hay mar a tu alrededor mientras el avión pierde altura de manera acelarada. Bueno, casi me daba más pena terminar pereciendo en territorio extranjero...
Al final nada... y digo nada, porque la primera impresión tras unos escasos minutos en el país francés, uno piensa que quizás todo aquello de que en este Planeta sólo exista España, es una gran mentira. Vamos, que perfectamente, cuatro operarios de Iberia podían haber zarandeado un poco el autobus con alas en que estábamos subidos durante hora y media y habernos pasada una película por las ventanillas como en las películas antiguas mientras un gran equipo de especialistas se dedicaba a cambiar el escenario que nos rodeaba... La realidad es que parecían habérselo currado bastante he de reconocerlo. Todos hablaban un francés exquisito (o algo parecido). Fuera lo que fuera, o bien Iberia se lo había currado muy bien con el montaje (lo que se paga por estos pasajes bien lo merece) o bien realmente habíamos atravesado las fronteras de la madre patria para aterrizar en territorio de croissants, Le Monde Diplomatiques, Sarkozys, y demás fauna autóctona. La verdad es que la verdadera visión que nos hizo entender que aquello no era España era el precioso oleaje que a pie de pista coronaba una estampa hermosísima. Todo un espectáculo para los sentidos, que sólo podía suceder fuera de Madrid... salvo que el Manzanares hubiera sufrido una crecida impresionante... todo es posible.
Pronto nos vimos forzados a expresarnos en la dichosa (y detestable) lengua de Shakespeare, más que nada porque si en 10 años no era capaz más que de chapurrear el inglés, cualquiera podía arriesgarse con el francés que apenas había "repasado" durante tres años. Así que puestos a comunicarnos, intentamos utilizar el inglés, por lo menos en este primer día, con más voluntad que acierto, aunque bien es cierto que pronto alcanzamos un acuerdo tácito con los franceses, que permítanme que diga, que cuando hablan parece que guardan dentro la comida de todo el día. ¡Qué pompa se dan! En todo caso, ya vimos que aquello de la comunicación iba a transcurrir por los cauces más simples, cuando a simple vista vimos que encontrar un francés que supiera hablar bien inglés era más difícil que encontrar a algún españolito de a pie que pueda pensar que España pasará este año de Cuartos. Así las cosas, el inglés chabacano, el "auténtico inglés" había llegado a Niza...
2 comentarios:
Espero alcanzaras acuerdos,Pepito Grillo, lo que no sé yo si como
los famosos acuerdos de La Moncloa, je, je, el caso que cruzastes la frontera, con ese inglés que te, y nos, caracteriza, ja, ja. Yo como vistes me llevaron al sur, y en la Alhambra, casi como que hubo momentos en los que creía haber cruzado la frontera o incluso haberme perdido en el tiempo, el caso que mereció la pena, en tu caso también lo mereció, ¿verdad?, bueno, si te vas otra vez, ya sabes, viaje de ida y vuelta, que te queremos ver cerca querido amigo, je, je, hasta pronto.
Pero ostia, vuelve el espíritu Paco Martínez Soria, jejeje.
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