martes, 9 de septiembre de 2008

Historias para no dormir...

Lo reconozco. No soy ecuánime. El blog se ha terminado convirtiendo en un recodo para espíritus y almas perdidas como siga con estos títulos para las entradas. Sin embargo, vuelvo a pedirles paciencia, calma y sosiego, espero que disfruten con esta entrada tanto como lo hicieron con la llamada de marras. En la cuestión que nos atañe ahora, no pasarán miedo, no. Les hablaré más bien de mis pánicos y temores, que muchos ya conocen.

Quienes mejor me conozcan sabran que no soy un Don Quijote al uso. Sobra decir que la valentía y el arrojo no están entre mis mejores virtudes. Soy más bien precavido, diría que... bueno, vale, sin tapujos, llamémosle a las cosas por su nombre: soy un cobarde, con todas las letras. La historia que me presto a contarles sucedió hace poco más de un año, en el verano del año pasado para ser más concretos. Mi concuvina sentimental y yo, en pleno éxtasis amoroso, y en uno de nuestros múltiples viajes a tierras bañadas por el hermoso Ebro, tuvimos a bien buscar "alternativas" a nuestros precarios alojamientos: que si un día con uno de sus hermanos, que si otro día en casa de sus padres, que si otro día en un hotel de mala muerte, que si... Llegamos a este punto convendrán conmigo que la situación no podía seguir por este camino.

En esta situación de desesperación infinita, justo ahí cuando a uno se le habían acabado las mejores ideas del repertorio casuístico del momento, decidimos que podría resultar una buena idea alojarnos en pleno mes de Agosto en la maravillosa casa unifamiliar estilo norteamericano, que la familia de mi querida compañera, tenía a bien poseer en un minúsculo pueblo a una docena de kilómetros de Zaragoza. Esta casa en esos momentos se encontraba libre y deshabitada de todo ser humano. Esto era evidente, lo que no no nos (me diría yo) tan evidente a estas alturas de la película es que en pleno mes de Agosto, en aquel minúsculo pueblo, en aquella recién estrenada urbanización de nuevo cuño no habría más almas que los espíritus errantes que caminan a medianoche entre la vida y la muerte. ¡Qué Dios nos pille confesados!

Os puedo asegurar sin temor a ofenderme que después del desierto de Almería aquel espacio era el que tenía menor densidad poblacional de toda Hispania... ¡qué desastre! ¡qué contradicción! ¡qué error tan grave en los cálculos! Todo parecía preparado para una de estas hermosas películas de verano, que adornan las carteleras y nos entretienen en las largas tardes veraniegas y que siempre cuentan la historia de un grupo de muchachos y muchachas jóvenes que terminan siendo asesinados por el "bicharraco" de turno. ¡Qué terror! Llegamos con la idea de pasar una semana... La llegada fue espectacular. Era mediodía, todo estaba precioso... llegamos en el servicio interubano de autobuses, que por otra parte y para añadirle emoción al relato era el único medio de transporte entre la nada en que nos encontrábamos y Zaragoza. Este autobus que circulaba cada hora y media, nos dejó al lado de un pequeño parquecito vallado y desierto, en cuyos columpios se podían contemplar unas telarañas tejidas con sumo esmero por arañas... ¡qué digo arañas! ¡tarántulas de medio metro! Qué barbaridad... todo era idílico, para una muerte temprana... Sólo les daré un dato para su angustia y acongojo (o para el mío que todavía me estremezco pensando en semejante escena). La puerta del vecino tenía un matojo de malas hierbas que podía haber crecido sin ningún problema desde la época en que los dinosaurios poblaban la Tierra. Arrggg... Aquello tenía pinta de ser el escenario de la enésima entrega de Jason X. Pero coño (con perdón del lector), si parecía que en cualquier momento tras alguna de aquellas matas enormes iba a aparecer Jason X empuñando la motosierra... Por suerte, durante las mañanas y durante unos breves minutos gozábamos de la reconfortable compañía de una pareja de jardineros que apenas conocían el castellano, y que a tenor de como nos miraron cuando entramos aquel primer día en la urbanización parecían sacados de algún film de Anibal Lecter...

En próximas entradas, más entregas de terror "figurado" por este "cagón" que les escribe, que ayer descubrió su sombra y todavía corre para intentar darle esquinazo...

3 comentarios:

Expediente X dijo...

Confieso, estimado Pepito Grillo, intyo que me quieres hacer competencia bloggera. Lo mío en esto de internet digamos que son los misterios, el suspense o el terror. Aunque ultimamante mi tal vez un blog más, pareciera convertirse en mi diario. Y no lo digo por esto último, lo de la competencia, sino porque cada historia que nos cuentas parece un auténtico Expediente X, je, je. Incluso, te dignas a poner una compañera (Que yo conozco) en tus historias, casi como Mulder y Scully, con la única diferencia que ellos son agentes del FBI y vosotros expertos del área sanitaria ¿verdad?, ja, ja. Un saludo y a la espera del próximo Expediente X a desvelar.

Karla dijo...

jajaja
pues por lo menos aprendiste que agosto no es la mejor época para visitar aquel pueblecito

saludos
yo

Voluntad dijo...

Todavía me acuerdo cuando nos contaste esta historia, jejeje, que manera de reir. Ya es un clásico no del cine de terror pero casi.