jueves, 18 de diciembre de 2008

Momento de valoraciones

Probablemente, para tener un momento y pararse a pensar, cualquier instante es bueno. Sin embargo, en muchos casos tenemos asumida la costumbre de esperar hasta final de año para realizar algunas reflexiones y valoraciones. En el fondo el ser humano es un animal de costumbres, o mejor dicho, de ponerse las cosas muy facilitas, y tener estas fechas para marcar un antes y un después, puede servirle a much@s.

Ha sido un año muy bonito. Duro e intenso. Casi un año de convivencia fuera del hogar familiar (aunque muy cerquita). No se me ocurre otro hecho o motivo más destacable para describir lo que ha sido el año. Es probablemente "lo más, de lo más". En este campo afrontar nuevos retos y enfrentarse a nuevas perspectivas motivará buena parte del 2009 intuyo.

Profesionalmente he aprendido bastante, y aunque me pueda sentir bastante quemado, no puedo negar que he pasado muy buenos momentos. El trabajo ha sido la excusa para salir por primera vez fuera de España, y conocer que los españoles no somos el centro del mundo. ¡Todo un descubrimiento!

Formativamente hablando afronto también retos. Desde hace un par de semanas estoy matriculado en un posgrado de Estadística aplicada a las Ciencias de la Salud. Así mismo, "my poor English" mejora poquito a poco, con paciencia y perseverancia y este próximo 2009 espero que por fin sea el año del inglés para mí.

Las personas que han estado cerca ("cerca", porque cerca tengo muchas personas y seres... indeterminados) me han ayudado a pasar otro año más. Aprendiendo y disfrutando de los pequeños momentos. Soy persona por naturaleza curiosa y quizás el mejor balance del año lo pueda hacer a través de los "descubrimientos" que he hecho, entendiendo por descubrimientos los pequeños detalles, sensaciones y vivencias que he pasado en este 2008 que estamos a puntito de dejar atrás. Espero poder devolver algún día a todas estas personas que tanto me ayudan y reconfortan, una pequeña parte de lo que me aportan.

¿Y el 2009? Es un año de crisis dicen. Creo más bien que es un año de retos, y esto es muy motivador. No puedo empezar la reflexión del año próximo sin recordar que prontito, muy prontito en Enero, junto con mi querida afrontaremos un reto para el que nos hemos estado preparando (bueno, ella sobre todo) durante un año. Espero que tenga toda la suerte del mundo, porque se lo merece, por sus propios méritos y por haberme aguantado estos meses (¡que no es poco!). Me asusta pensar que mi futuro dependa en buena medida de estas próximas semanas...

Espero que llegue por fin el momento "de ir más allá", y sólo deseo "estar en el momento adecuado, en el sitio oportuno", que al fin y al cabo eso es lo que solemos llamar suerte. ¡Qué ustedes lo pasen bien!

miércoles, 26 de noviembre de 2008

20-N día de celebración y algarabía

No, no voy a entrar en cuestiones políticas en esta, mucho más humilde entrada. El pasado día 20 de Noviembre conmemoré un aniversario. Una bonita fecha para que no se me olvide que año tras año, y ya van tres, desde el año 2005 vivo mejor acompañado mis pequeñas alegrías, mis pequeños éxitos, mis pequeños fracasos y mis pequeñas tristezas.

Fue un 20 de Noviembre frío como pocos recuerdan, que este que escribe alcanzaba el sueño de su Dulcinea particular. Tres años no son nada pensará algún simpático lector, yo creo que sería más sensato preguntar a la interesada antes de adelanta una respuesta. En todo caso y sea como fuera, no sé cómo ni de qué manera la buena manceba ha tenido a bien acompañarme en semejante travesía que he de reconocer sabiendo las fobias y manías del que esto escribe tenga todavía a bien permanecer junto a mí. En fin que mi Dulcinea del Ebro, tuvo a cabezonería particular hacerse con mi pobre corazón, y claro... ¿quién soy yo para resistirme a tamaño regalo del destino? Pues aquí me tienen tres años después, disfrutando de su compañía... y ella... bueno ella acompañándome, lo dejaremos ahí.

No disfruto de mayor premio, ni puedo imaginar mayor gozo que poder despertarme a su lado todas las mañanas.

Y como esta canción nos encanta a los dos, aquí os dejamos un regalito para que lo disfrutéis, espero que en buena compañía:


viernes, 7 de noviembre de 2008

En boca cerrada no entran moscas...

... esto pensé el otro día una vez más cuando desempeñaba mi puesto de trabajo. Es triste pensar la cantidad de chorradas que uno puede cometer en un momento, por no estarse serano y reflexionar brevemente. Sinceramente, la cantidad de disgustos que seríamos capaces de ahorrarnos si le diéramos un par de vueltas a las cosas.

Nos encontrábamos hará unos días en el puesto de trabajo, justo a la hora de la comida, a eso de las 15:00 horas (hora zulú digo yo), y en estas comenzamos a recoger nuestras hermosas pertenencias culinarias con el fin de depositar nuestros hermosos y apreciados cuartos traseros en el diminuto rincón que tenemos como espacio para comer. Como siempre, nos vamos los compañeros y compañeras juntos, además de nuestra jefa, y vamos avisándonos puerta por puerta.

En este caso, se encontraba nuestra jefa en su despacho con el teléfono en una mano sujetándolo (con pocas ganas debo decir), mientras tenía puesto el modo manos libres, con lo que pronto adivinamos que aquella voz que salía del teléfono no era ni mucho menos conocida para nosotros y nosotras, más aún cuando reparamos en que el interlocutor al otro lado se expresaba en la dichosa lengua de Shakespeare. Cuando nuestra jefa nos vio, amablemente nos dijo "me dan ganas de dejar aquí el teléfono y que ellos vayan hablando", por supuesto en voz lo suficientemente alta como para que su interlocutor (de ser tal) pudiera oirla perfectamente. Fue en ese momento cuando comenzamos a entender lo que luego nos explicó: nos encontrábamos ante una teleconferencia desde Estados Unidos por los resultados intermedio de un estudio que se iba a extender un año más. Interesante sin lugar a dudas.

Dado que pensábamos que era una conferencia, no dimos mayor importancia a ese comentario que hasta nos resultó en ese momento muy jocoso. Procedimos a depositar nuestros hermosos traseros en el staff para comer, y tuvimos como compañero de viaje al inalámbrico con conexión directa con Houston. Por supuesto, actuamos con total normalidad, hablando de nuestras cosas, gastando alguno (ya me conocen) sus bromas habituales, y sobre todo haciendo gala uno de su inglés refinado y cortés. Fue en este momento de bromas, cuando por arte de magia, y en ese momento de inspiración súbito y divino que acompañan a las grandes ideas, se nos pasó por la cabeza una preocupación en la que hasta ese momento todavía no habíamos caído: ¿Y si nos están escuchando al otro lado del teléfono?

Oh desgracia, oh dolor, o pena y desesperación pensábamos. Allí nos encontrábamos, una brasileña, una mexicana y un español, y les aseguro que no es un chiste con cara de haber visto un muerto, mirando fíjamente el terrorífico aparato. Pero como todavía la inconsciencia le puede a uno, y pensando que aquella desgracia no podía ser posible, tuvo la ocurrencia de agarrar el bonito aparato del diablo, para hacer la última y definitiva gracieta: "Excelent... Fabulous... Super...", cada adjetivo "pseudoinglesificado" venía acompañado del nombre de la empresa farmacéutica en cuestión, que por vergüenza (entre otros motivos lógicamente) no reproduciré en esta entrada. Sin embargo a continuación, justo nada más terminar de cavar mi propia tumba, desde el otro lado de la línea, tuvieron a bien dar por finalizada la conferencia, y cuando aún no nos podíamos creer que el hilo fuera de ida y vuelta, el ponente nos terminó de alumbrar el camino hasta nuestro descanso eterno, indicándonos (en inglés) que podíamos hacer preguntas, incluso desde el otro lado del hilo telefónico, incluso en español, porque las podían traducir.

Oh dolor, oh desgracia, oh desesperacion infinita... ahí fue, donde pensamos que el agujero más grande cavado en la tierra no podría estar suficientemente alejado de la Humanidad como para esconder la pifia que acabámos de cometer. Fueron sólo unos minutos después, cuando aún con alguna duda (lo último que se pierde es la esperanza), nos confirmó la monitora del Laboratorio en cuestión nuestra desgracia y dolor, informándonos de que efectivamente habían dispuesto (muy amablemente los grandísimos...) intérpretes bilingües al otro lado del aparato, de manera que en el laboratorio en cuestión llevan ya un rato preocupados por nuestra intérprete porque lleva horas riéndose y no conseguían pararle el ataque de risa hasta tal punto de temer por su salud...

Quede dicho que sólo Aznar impartió mejores clases de inglés en Georgetown... No les cuento más por no abrumarles, pero no querría que perdieran de vista en estas peripecias nuestras del teléfono, al gran Gila...


domingo, 26 de octubre de 2008

You never walk alone

... Hay personas que tienden a sentirse eternamente jóvenes, se cuidan y disfrutan de actividades similares a las que practicaban en su más tierna juventud (infancia), y se podría decir que literalmente por ellos/as no pasan los años. Son los riesgos de la edad mal llevada.

Tengo un padre que no quire cumplir años. No es un defecto bien llevado, porque a nadie le gusta cumplir años. La realidad es que él no es una excepción hasta este punto. Su afición por el deporte, bueno, por el deporte, más bien por el fútbol le lleva a tomarse las cosas demasiado en serio para su edad.

Ya uno que se dio cuenta que aquello del balón esférico no era lo suyo, ve con cierta vergüenza como una vez retirado a una tierna edad, su progenitor aún coquetea con el baloncito para arriba y para abajo, cuando uno ya ha asumido que ni siquiera como actividad lúdica vale para uno el fútbol.

Recuerdo ya años atrás, cuando aún estaba comenzando mis estudios, como mi padre se iniciaba en la que por entonces, se dio en llamar la primera liga de veteranos en Torrejón. Nada serio diría más bien, sino fuera porque ver un partido de aquellos hombres que ya sobrepasan las cuatro décadas de existencia, pareciera más bien ver un partido a cámara lenta, y donde cada movimiento de alguno de estos simpáticos "niños grandes" fuera a terminar con un hueso fuera de su sitio.

Mi padre y sus amigos ya no llenan estadios... bueno, tampoco los llenaron en su juventud. Años después, mi padre se sigue reuniendo con sus amigos de la juventud, y han vuelto a reunirse en una liga que reúne a los veteranos (mayores de 37 años según parece). Claro está, que hay veteranos y veteranos... no es lo mismo ser un veterano de 37 años, que un veterano de 60 años, y en estas están estos muchachotes, que tienen una media de edad que supera en 10 y hasta 20 años a muchos de los otros equipos, que en muchos casos están compuestos por jugadores "recién retirados".

El delantero centro del equipo cuenta con la friolera de 64 años. En otras palabras, si es capaz de marcar la mitad de goles que años tiene, el futuro del equipo será espléndido. Es tal la estadística que hay partidos donde sólo entre cuatro jugadores del equipo, reúnen tantos años como el rival, incluso siendo todos veteranos como juegan.

Con estas mimbres, y a pesar de que llevan años jugando (y alguno no lo hace del todo mal), es raro que toquen la pelota más que para sacar del centro del campo, antes de que el rival se la quite para salir disparado como alma que lleva el diablo y marcarles un gol. De hecho, me comentan que en las estadísticas de posesión del balón, la estrella del equipo es el delantero centro de 64 años que es el encargado de sacar del centro del campo, y por tanto el jugador del equipo que más tiempo tiene en su poder el esférico para su equipo.

Este delantero de 64 años ha sido homenajeado ya cinco veces, en otras tantas intentonas de retirada, pero está claro que el que tuvo retuvo, y no consiguen encontrar recambio para este jovencito que se enfrenta ya a las 6 décadas de longevidad. A cada retirada le ha acompañado otra vuelta a los campos de fútbol.

Es curioso, pero ya a estas edades no necesitan fisioterapeutas como los jugadores profesionales o más jóvenes amateurs, no. Lo que necesitan son médicos de medicina interna. Cuando hay una baja no es por una contractura o una sobrecarga, sino por algún episodio cardiovascular o alguna patología similar.

Bueno siempre es cierto que los rivales están muy preocupados y se muestran muy atentos con la salud de estos mozalvetes. En uno de los últimos partidos, uno de los jugadores del equipo, intento llegar a un balón que iba a la altura de su cabeza. Pero como las cosas sencillas no son propias del ser humano, y como piensan que los años no pasan por ellos, decidió acudir a buscar el balón en posición acrobática saltando y estirando la pierna. Claro está, como el tiempo no pasa en balde, la caída fue morrocutada, tanto es así, que el rival, un muchacho de 30 y pico años, casi 40, acudió no a la pelota, sino al rival recién caído preocupado por su salud. Pero es tanta la vergüenza que si el muelle con el que se incorporó lo hubiera utilizado para llegar al balón antes, hubiera conseguido alcanzarlo sin ningún problema.

También me cuentan que alguno de los integrantes del equipo, que ya luce dentadura postiza anda muy preocupado por este asunto, porque cualquier día de un pelotazo, el dejan en plan "cuñaooo", sin dientes y a lo loco corriendo como pollo sin cabeza por el campo. Es una pena, pero son los pequeños riesgos que en cada partido afronta este grupo de jóvenes promesas frustadas del mundo del fútbol. ¡Qué cruel fue el esférico con esta generación!

El último partido lo perdieron 10-3, pero al descanso iban 4-2, y como el orgullo no se pierde, ya están pensando que quizás su problema pueda estar en el fondo físico, así que están haciendo "juego de despachos" para reducir la duración de los partidos a un único tiempo.

En un partido pasado, mi padre le soltó una patada a un muchacho de treinta y tantos... y se quedó tan pancho. Me comentó que le dijo que "tenía mucho mérito lo que hacían para su edad...", lo que no me quedó claro es si este comentario lo hizo el buen muchacho antes o después de la patada, pues siendo la segunda opción, queda claro que falta el remate de la frase "... porque después de la ostia que me has dado, todavía te pillo antes de que salgas tú corriendo".

El portero recién fichado a principios de año, es un figura consumado. Para mayor inri y desgracia de su equipo, le han terminado indicando, que no pasa nada si los disparos que van a portería no los puede parar, pero que evite terminar metiendo dentro de la red los balones que van fuera, y es que parece que al final siempre hay que buscar un chivo expiatorio.

En fin, yo siempre le digo a mi padre lo mismo. Haz las chiquilladas que quieras, pero no te hagas daño que estas mayor, hay crisis, y luego te tenemos que soportar tod@s la baja laboral, así que tú haz las monerías que quieras, pero cuídate de que los huesos vuelvan a casa en el mismo sitio en que estaban al irse.

Bueno, la salud de algunos se resiente, está claro. Los resultados no acompañan, también está claro. Pero... como cantan los hinchas del Liverpool... "You never walk alone"... Lo importante no es la edad, sino el espíritu.

domingo, 19 de octubre de 2008

La imaginación al poder...

Esta entrada se la dedico al trabajo de mi hermana y sus compañeras durante el pasado curso de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Algunos de sus trabajos, impresionantes, aunque me permitirán guardarme el que considero el mejor para otra entrada para más adelante...

Estos tres anuncios forman lo que ellas llaman un teaser, es decir, vienen a ser varias partes aparamentemente inconexas que terminan descubriendo el objetivo o el motivo de los mismos para anunciar el producto final. Es una técnica habitual que requiere de originalidad para captar la atención de los potenciales "clientes".







viernes, 10 de octubre de 2008

Monasterio de Piedra - Septiembre 2008

Si pongo muchas más palabras en esta entrada lo estropeo... simplemente disfruten las fotos...















martes, 7 de octubre de 2008

La mala educación...

... Esta vez les voy a contar algo sobre un vecino. Un buen hombre, alguien con el que cualquiera podríamos encontrarnos por la calle y pensar: "qué gran ciudadano". Sí, pero detrás de este ser humano con categoría de ciudadano, se esconde una bestia parda cuya humanidad tiene a bien compartir con el resto de seres vivientes que se cruzan por su camino.

Este buen hombre, cuya simpática figura recuerda bastante a la imagen que tenemos muchos y muchas de nuestro simpar Sancho Panza, disfruta de una familia peculiar en la cual destaca sin lugar a dudas, para desdicha de sus convecinos su hijo. Un muchacho de unos 16 años de edad, pero que pudiera aparentar por cuerpo y figura más edad, y sobre todo más maldad de la que en realidad el buen muchacho disfruta. Ete aquí esta bella perla de la naturaleza que desde hace dos semanas ha decidido compartir con el resto de la especie humana sus esputos, teniendo como víctimas directas las baldosas de la amplia terraza del bajo que mi querida Dulcinea y yo disfrutamos. No es cosa agradable, entiéndame ustedes, tener que aguantar el espectáculo de ver como el muchacho deposita desde el tercer piso sus fluidos corporales sobre nuestra terraza, tanto por la imagen como por el sonido espeluznante e indescriptible que ocasionan al caer.

Como con semejante botarate debía lidiar, me armé de valor para subir a contarle una semana después del inicio de las fechorías, que quizás pensara que como buen marxista le iba a solicitar que con el fin de terminar de socializar mi escasa (perdóna, la escasa propiedad privada de mi abuela) propiedad privada, tuviera a bien acompañar el camino que sus desagradables escupitajos recorrían para terminar limpiando mi terraza. Todo por supuesto en un esfuerzo didáctico y enriquecedor único, pretendiendo hacer de este pequeño inepto una persona de saber estar y cordura. Triste aquí yo, que una vez subo y veo a la bestia parda (que por lo menos me sacaba dos cabezas), incapaz de negar la evidencia, termina el buen muchacho por decirme: "No si es que yo tengo un problema con mi saliva..."... ¡pero pardiez! ¡si ahora querrá contarme el buen mozo sus desdichas de salud para justificar tamaño despropósito! Con que con estas le expliqué sin prisa pero sin pausa, que me hacía cargo de su pesar, pero que un paso atrás en según que situaciones, podía venirnos muy bien a algunos para evitar un espectáculo del que jamás me hubiera gustado ser espectador. Nuestra terraza lo agradecería, aunque no sé si la suya...

Como a pesar de todo el muchacho no daba mucho más de sí, y apelar a la inteligencia del buen mozo hubiera requerido de un milagro que no está desde luego al alcance de buena parte del santoral unido en titánica tarea, decidí recurrir a la bendita autoridad. Y le hice ver que si se repetía la situación sólo una vez más, su padre tendría noticias de la fuerza pública, puesto que por si no se había dado cuenta en esta angosta calle en la que vivimos habían instalados cámaras en las farolas para vigilar el correcto estacionamiento de los coches, tal y como podía comprobar justo enfrente de su casa, y poco nos costaría demostrar que sus tenaces ideas sobre la higiene pública, no entraban dentro del concepto de salud pública.

Aquella misma tarde el botarate salió dos veces más a su terraza, no para lanzar sus "mensajes de amor" a sus vecinos del primero, tampoco para ver la estrellas, parecía más centrado en discernir si aquella amenaza mía era cierta o no. Sobra decir, que ni cámaras ni fuerza pública, que lo único que pretendíamos era dar un buen susto al muchacho, que desde hace una semana parece haber solucionado sus problemas "salivares".

En fin, qué vamos a pedir a este muchacho si el padre, a las 7:00 horas am (antes del mediodía para entendernos), baja a un hermoso perrito llamado Luna, a grito pelado por las escaleras, como si en vez de perro fuera cabra y en lugar de ciudad, esto fuera campo abierto. Peores aún son las subidas por la escalera, al grito de "subeeeeeeeeee... subeeeeeeeeeeeeee... subeeeeeeeee...". Ni tienen vergüenza ni la conocen, pero no saben que alguno que anda suelto tampoco lo tiene... Todo a su tiempo, todo a su tiempo.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Perder el sentido de la orientación...

... en estas me encuentro, y sólo así se pueden explicar ciertos sucesos. Hasta ahora me consideraba agobiado por el trabajo, pero ahora diría que casi puedo considerarme por superado. No lo digo yo, de verdad, lo dicen los hechos. La última historia es clara y elocuente, habla por sí misma. Escribir en una historia médica, en la "historia actual" del paciente: "Pérdida de visión en el oído derecho" me lleva a replantearme si en mis tiempos de juventud y estudio me salté alguna clase elemental de anatomía humana.

Ahora entenderán mi preocupación, noto un cierto agarrotamiento neuronal. Es algo incipiente, como si fuera a sufrir en cualquier momento un esguince neuronal. No se preocupen. Un gran mundo está aún por descubrir... no se desanimen.

martes, 9 de septiembre de 2008

Historias para no dormir...

Lo reconozco. No soy ecuánime. El blog se ha terminado convirtiendo en un recodo para espíritus y almas perdidas como siga con estos títulos para las entradas. Sin embargo, vuelvo a pedirles paciencia, calma y sosiego, espero que disfruten con esta entrada tanto como lo hicieron con la llamada de marras. En la cuestión que nos atañe ahora, no pasarán miedo, no. Les hablaré más bien de mis pánicos y temores, que muchos ya conocen.

Quienes mejor me conozcan sabran que no soy un Don Quijote al uso. Sobra decir que la valentía y el arrojo no están entre mis mejores virtudes. Soy más bien precavido, diría que... bueno, vale, sin tapujos, llamémosle a las cosas por su nombre: soy un cobarde, con todas las letras. La historia que me presto a contarles sucedió hace poco más de un año, en el verano del año pasado para ser más concretos. Mi concuvina sentimental y yo, en pleno éxtasis amoroso, y en uno de nuestros múltiples viajes a tierras bañadas por el hermoso Ebro, tuvimos a bien buscar "alternativas" a nuestros precarios alojamientos: que si un día con uno de sus hermanos, que si otro día en casa de sus padres, que si otro día en un hotel de mala muerte, que si... Llegamos a este punto convendrán conmigo que la situación no podía seguir por este camino.

En esta situación de desesperación infinita, justo ahí cuando a uno se le habían acabado las mejores ideas del repertorio casuístico del momento, decidimos que podría resultar una buena idea alojarnos en pleno mes de Agosto en la maravillosa casa unifamiliar estilo norteamericano, que la familia de mi querida compañera, tenía a bien poseer en un minúsculo pueblo a una docena de kilómetros de Zaragoza. Esta casa en esos momentos se encontraba libre y deshabitada de todo ser humano. Esto era evidente, lo que no no nos (me diría yo) tan evidente a estas alturas de la película es que en pleno mes de Agosto, en aquel minúsculo pueblo, en aquella recién estrenada urbanización de nuevo cuño no habría más almas que los espíritus errantes que caminan a medianoche entre la vida y la muerte. ¡Qué Dios nos pille confesados!

Os puedo asegurar sin temor a ofenderme que después del desierto de Almería aquel espacio era el que tenía menor densidad poblacional de toda Hispania... ¡qué desastre! ¡qué contradicción! ¡qué error tan grave en los cálculos! Todo parecía preparado para una de estas hermosas películas de verano, que adornan las carteleras y nos entretienen en las largas tardes veraniegas y que siempre cuentan la historia de un grupo de muchachos y muchachas jóvenes que terminan siendo asesinados por el "bicharraco" de turno. ¡Qué terror! Llegamos con la idea de pasar una semana... La llegada fue espectacular. Era mediodía, todo estaba precioso... llegamos en el servicio interubano de autobuses, que por otra parte y para añadirle emoción al relato era el único medio de transporte entre la nada en que nos encontrábamos y Zaragoza. Este autobus que circulaba cada hora y media, nos dejó al lado de un pequeño parquecito vallado y desierto, en cuyos columpios se podían contemplar unas telarañas tejidas con sumo esmero por arañas... ¡qué digo arañas! ¡tarántulas de medio metro! Qué barbaridad... todo era idílico, para una muerte temprana... Sólo les daré un dato para su angustia y acongojo (o para el mío que todavía me estremezco pensando en semejante escena). La puerta del vecino tenía un matojo de malas hierbas que podía haber crecido sin ningún problema desde la época en que los dinosaurios poblaban la Tierra. Arrggg... Aquello tenía pinta de ser el escenario de la enésima entrega de Jason X. Pero coño (con perdón del lector), si parecía que en cualquier momento tras alguna de aquellas matas enormes iba a aparecer Jason X empuñando la motosierra... Por suerte, durante las mañanas y durante unos breves minutos gozábamos de la reconfortable compañía de una pareja de jardineros que apenas conocían el castellano, y que a tenor de como nos miraron cuando entramos aquel primer día en la urbanización parecían sacados de algún film de Anibal Lecter...

En próximas entradas, más entregas de terror "figurado" por este "cagón" que les escribe, que ayer descubrió su sombra y todavía corre para intentar darle esquinazo...

martes, 2 de septiembre de 2008

Conversaciones de ultratumba...

... así podríamos titular esta entrada, que como verán finalmente no resultará tan exotérica como apunta. Lo cierto es que ha sido un mes de agosto de relax total. Pero no piensen que me he abandonado... ¡hasta he aprendido a planchar! Tampoco hay grandes novedades, aunque a principios del pasado mes estuvo a punto de haberlas... finalmente, de momento, todo sigue igual.

Ahora vayamos a la historia que nos ocupa. Ayer, a las 21:00 horas justo cuando llegaba a casa tras el primer día de la vuelta al trabajo (¡qué depresión!), sonaba el teléfono. Ya desde hace tiempo venimos teniendo llamadas de teléfono, digamos... un poco extrañas... Ayer al otro lado del aparato sonó la voz de un hombre mayor, probablemente de más de 60 años, con una textura muy ronca y profunda, como de voz en off. "Hola, ¿está Paco?", "Pues no me temo que se ha confundido" respondí rápidamente con intención de terminar la llamada. "No hay problema, ¿lleva mucho tiempo con ese número?"... la conversación comenzaba a tornarse algo incómoda... "Perdone, me puede indicar el número de teléfono al que está intentando llamar"... "Sí, 9167******", "Ok, pues aquí no está Paco"... Aquí, y justo cuando este buen hombre tomaba la palabra un escalofrío recorrió mi cuerpo... "No si ya me lo suponía, Paco es mi padre y está muerto"... Un sudor frío apareció en mi frente... ¿pero y este tipo sacado de alguna comedia de humor negro? "Es que di de baja la línea telefónica y quería saber si la habían dado de baja bien"... Colgué inmediatamente... Y en ese momento, justo en ese momento me arrepentí... no tenía que haber colgado, me había faltado la pregunta clave que me corroerá toda la vida... ¿qué pretendía este hombre al llamar al teléfono de su padre ya muerto que había dado de baja y preguntar por él? ¿Quería contactar con el más allá a través de Telefónica? ¿Prestará Telefónica este nuevo servicio y yo no me he enterado?

Sólo pude pensar en una persona tras todo aquello que me había sucedido... el magnífico Gila... quizás en el fondo del todo, quien me llamaba era Gila desde el más allá, para gastarme una broma. Eso me consolaba casi más que pensar las motivaciones que habían conducido a aquel hombre de voz ronca y profunda a querer comunicarse con su padre muerto a través de su antiguo número de teléfono...

martes, 29 de julio de 2008

Hay historias que suceden para ser contadas...

... Así lo creo yo. Más que una creencia es una certeza, y eso me impulsa a contarles alguna de las muchas anécdotas que "tiempo a" tuve la ocasión de compartir con un personaje proviniente de la Alcarria más profunda, un personaje que ya en otra entrada me atreví a catalogar como "Manolo español", o yendo incluso más allá situarle dentro de la escala evolutiva como "homo garrulopitecus", vamos, lo que viene siendo el eslabón perdido.

Este apañado muchacho, este producto fallido de la evolución humana, este ser salido de las entrañas de la madre naturaleza para confundirse con sus semejantes, ya es farmacéutico. Este hecho más que alivio por lo que significa haber finalizado mi relación con tan emérito personaje, me produce pavor, consternación por cuanto su sufrido gremio puede llegar a padecer ante las actuaciones de este buen homínido. Les aseguro que no exagero, no quiero ser cruel, al menos no en exceso, sólo en su justa medida, quiero que toda esta narración despierte en sus mentes la imagen justa de la persona en sí, no busco más.

Si tuviera que narrarles una de las muchas peripecias vividas con el simpático alcarreño, les relataría un episodio que da buena cuenta de sus capacidades como boticario. Les hablo de algo que ocurrió harán unos tres años, cuando aún cursábamos juntos 3º de Licenciatura, y nos hacíamos castillos de arena pensando en nuestro maravilloso futuro profesional. Este personaje, con la vida resuelta por la diosa fortuna (tuvo la suerte de nacer en familia de boticarios, con padre y madre titulares de oficina de farmacia), cursaba por aquel entonces una serie de asignaturas entre las cuales se encontraba la temida y a la vez odiada, Química Orgánica.

El Departamento de Química Orgánica había organizado por aquellos días un precioso acto de inauguración de las nuevas vitrinas de los laboratorios de prácticas, que habían costado una pasta, y eran la joya de la corona. Después de tres años junto al homínido, cualquiera pudiera pensar sinceramente que la capacidad para sorprenderle a uno se había terminado. No obstante, pronto nos iba a sacar este proyecto de ser humano del craso error.

En unas prácticas de laboratorio organizadas de una manera totalmente improvisada, y como estreno de las campanas más sofisticadas de toda la Facultad, nos introducíamos en el difícil campo de la Química Orgánica. Aquellos estudiantes que avanzaban en lo que era casi el ecuador de su formación como sanitarios, se las presumían felices. Los responsables del Departamento en su afán por vernos crecer como profesionales del medicamento, no tuvieron mejor ocurrencia, que darnos un folio escrito por una cara como única explicación de unas prácticas que por sencillas que pudieran parecer, no dejaban de consistir en reacciones químicas más o menos complicadas, puestas en práctica.

Evidentemente allí, lo de menos eran los conceptos teóricos. No. Ese no era el problema. La cuestión se encontraba en el origen del lenguaje. Aquí nuestro amigo el primo del Homo Antecesor, sólo atinó a dejar una mirada perdida y rascarse la cabeza ante el esperpento que para él suponía enfrentarse a tamaña afrenta. Desde luego iniciar unas prácticas sin más explicación, suponía todo un reto. El que más y el que menos, por una mezcla de precaución y vergüenza torera, miraba de reojo a los compañeros de campana para ver qué hacían para que si se metía la pata, fuera una metida de pata colectiva. No era el caso de nuestro amigo, que por aquel entonces se debatía en la cuestión lingüítica acerca del verdadero significado, del sentido último de la expresión... "baño de arena". Estas tres palabras puestas inocentemente una detrás de otra suponían un auténtico quebradero de cabeza para nuestro amigo. Estaba sin lugar a dudas ante un reto mayúsculo sólo comparable a la llegada del ser humano a la Luna. No estábamos ante una pequeñez.

Evidentemente a estas alturas, ávido lector, entenderá que si a este muchacho se le hubiera ocurrido preguntar o simplemente, echar el ojo a un lado como hacíamos el resto a estas alturas del partido, no habría historia que contar en adelante. Pero no, no es así como se construyen las grandes leyendas, no es así como se forjan los héroes del pueblo, los grandes libertadores de la sinrazón.

A estas alturas el Manolo español estaba ahí, enfrente de las campanas recién estrenadas, con un cacao mental de caballo, y tres palabras que rebotaban en su cráneo semivacío: "baño de arena"... Entonces, en una rápida asociación de ideas, se plantó ante tal dilema, debió pensar que tamaño reto necesitaba de una audacia que sólo estaba a la altura de su increíble intelecto, y en un esfuerzo de perspicacia decidió mirar a su alrededor.

Como en toda gran historia que se precie, la casualidad jugó en contra de nuestro héroe, pues le planteó ante sus narices dos elementos que terminaron por llevarle a la confusión más absoluta. Dentro de la campana encontró una placa calefactora. A su derecha, un enorme saco con lo que él supuso que era arena. No hizo falta mucho más. Subconjunto de A con subconjunto de B... ¡y voilá! Sí, señores y señoras, fue justo en ese instante, fue ahí, quizás el instante podría haberse captado con una mágica cámara de fotos que nos permitiera ver ideas. La bombilla se había iluminado, para desastre, horror y desesperación de la ciencia química.

Ahí teníamos a este muchacho, a este aspirante a farmacéutico preparando lo que él entendió como un "baño de arena". No quiero obviarles detalles, pero a estas alturas ya hubiera sido más sencillo copiar la "idea" de sus compañeras de vitrina (que sí que habían llegado a lo que era el baño de arena), pero entonces tampoco hubiera habido historia. Él quería seguir descubriendo el mundo, quizás hoy no fuera la rueda, pero ¿y el fuego? ¿y el baño de arena? Pues en estas estaba, cuando cazo en mano se puso a dar "paladas" de arena para coger arena, que posteriormente transportaba sin ningún remilgo hasta el interior de las recién estrenadas campanas con la firme idea de hacer lo que él consideró que era un baño de arena, es decir... con la intención de cubrir de arena la placa calefactora. No fueron tres ni cuatro los cazos que nuestro simpático Manolo llegó a llenar, no. Les hablo de una placa calefactora llena de arena, completamente cubierta. Sólo podíamos apreciar un montículo de arena, que más pudiera parecer una duna en medio del desierto intelectual de aquella campana... La suerte que tuvo la campana recién estrenada (y el departamento y estudiantes que allí nos encontrábamos) fue frenarle justo antes de que tocara nada más. Fue difícil contener las lágrimas por la emoción del pellejo salvado primero, y después por la "panzada" a reir que nos pegamos. La historia recorrió la Facultad durante semanas, quizás meses, ahí nació la leyenda. Ahí se forjó el héroe que de un saco de arena y una placa calefactora quiso reinventar el concepto de baño de arena. Y es que no hablamos de un cualquiera, no, hablamos de todo un triunfador.

No les voy a desvelar más entregas de esta serie, pero sólo les daré un pequeño adelanto de nuestra próxima aventura, que se desarrollará en el laboratorio de Química Inorgánica y tendrá como coprotagonistas un bote de Ácido Sulfúrico y nuestro Manolo.

miércoles, 23 de julio de 2008

Volver a las andadas...

... Pues sí, volvemos a las andadas. No se puede decir otra cosa. Las etapas se agotan, me atrevería a afirmar que los periodos se marchitan como lo hacen algunas flores en Primavera. Es Ley de vida. Hay una delgada línea que separa lo que es uso, de lo que es abuso. Creo que es el momento.

Vuelvo a vivir pegado al teléfono. Esperando una llamada. La sudoración fría que acompaña al sonido del móvil vuelve a aparecer en mi frente. ¿Será esta la llamada que cambie mi suerte? Si ayer no tuve mucha más suerte en mi primer intento, ya llegarán tiempos mejores. Espero. No puede ser que sólo valga para esto. Es tan frustante... prefiero no pensarlo. Llegará el momento, mi momento. Y mientras, a seguir depurando líquidos mediante este sudor frío que me embriaga cada vez que el móvil suena estos días. Rinnnggg...

martes, 15 de julio de 2008

Viaje con nosotr@s a mil y un lugar...

... Bien podría ser este el próximo slogan de la compañía de autocares ALSA. Yo diría más bien, "la peor forma de viajar". Son ya varias las experiencias negativas con esta compañía, sobre todo de un tiempo a esta parte, y puedo asegurar que soy asiduo (para mi desgracia) de este medio de transporte.

Tras hacerse con Continental, los clientes habituales de ALSA hemos visto como la calidad del servicio descendía considerablemente, sin que las quejas y reclamaciones valieran para algo. Una cuestión es que sea el medio de transporte más barato (en algunos trayectos) y otra cosa es que pueda costarte la vida. Y no lo digo haciendo uso de la hipérbole, es que no es el primer viaje en que los conductores de autocares subcontratados incumplen el código de circulación, por ejemplo haciendo uso del teléfono móvil mientras se encuentran trabajando. Tampoco es raro viajar en autocares sin cinturones de seguridad, obligatorios en autobuses.

Probablemente nuestra experiencia más pintoresca se produjo cuando un valiente conductor decidió salir a hacer un viaje sin la menor idea de a dónde iba, ni probablemente de dónde venía. Uno ya empieza a sospechar incluso del estado etílico de alguno de estos valientes profesionales (por otra parte, también he tenido ocasión de ver a grandes profesionales, no es conveniente generalizar). Suelen darse estos problemas cuando ALSA subcontrata autocares a última hora, que últimamente suele ser habitual. ¿Quién sería en este caso el responsable último de una negligencia por parte de este servicio contratado, que a su vez es subcontratado?

El simpático conductor al que antes hacía referencia, que por su aspecto pudiera parecer primo de Moncho Borrajo, inició sus fechoría al demostrar abiertamente su incapacidad para salir de la estación Zaragoza-Delicias. ¿Que por qué lo supimos? Pues a la segunda vez que hizo la rotonda completa en un polígono industrial abandonado de la mano de Dios, ya sospechamos, pero sin lugar a dudas, fue la tercera vez que hizo la rotonda de manera consecutiva, cuando corroboramos que aquel simpático conductor tenía la misma idea de a donde tenía que salir, de la que yo puedo tener de física cuántica avanzada. Vamos, que empezábamos el viaje con confianza y alegría, poniendo todas nuestras esperanzas (y nuestra vida) en aquel amable profesional que con tan buena voluntad tomaba las de Villadiego (la Nacional II), camino de Madrid.

Debido al retraso, el buen señor, tuvo la simpática idea de gastarnos una "gracieta" en forma de pegarnos un viaje de casi cuatro horas sin parar. Lo que se dice "mu heavy". Sin embargo aquello no era suficiente para completar nuestro simpar viaje circense, sino que a punto del stress más absoluto y cuando teníamos ganas de subirnos por los cristales de aquel minúsculo habitáculo (que dicho sea de paso sólo podía considerarse un autocar escolar medio-adaptado para viajes largos), pues fue llegado este punto cuando nuestro simpático amigo (ya en estas alturas era amigo íntimo) nos hizo ver pegados, ¿qué digo pegados? ¡Subidos como Spiderman a los cristales de la parte derecha del autobus como nuestro recién adquirido colega se saltaba la entrada a Avenida de América, parada final de nuestro trayecto! Quiero que se pongan en nuestra situación: 40º a la sombra en aquel autobus sin aire acondicionado, con unos asientos hechos en esparto macizo y que tenía los ceniceros como mejor (y único) elemento de confort, y todo esto en cuatro largas horas ininterrumpidas de autobus con la música de la radio del conductor como hilo musical del viaje. Les ruego que se tomen un segundo para imaginarse la escena, y procuren imaginar por un instante. De verdad, sólo les ruego un instante, quiero que capten la desesperación, la crueldad del momento, no pido más... ese pobre hombre, ese incauto hombre que con casi 50 almas tras de sí con ganas de quitarle la vida, se le ocurre antes de preguntarnos porque no tiene ni idea de entrar en la estación, pasarse la entrada y entrar en la vorágine de una ciudad que no conoce.

Sólo fue a los 500 metros y cuando estábamos en plena Calle María de Molina, cuando este simpático personaje, tuvo a bien compartir con nosotr@s lo que era una evidencia, estaba más perdido que un billete de 20 euros prestado a Tamariz... la situación se tornaba por momentos dantesca. Hubo un conato de motín. Una señora de avanzada edad, en su desesperación y en un alarde de inteligencia imparable, no tuvo otra idea que ponerse a llorar a lágrima viva, solicitando que la dejara allí porque no llegaba al siguiente autobus. Es decir, la buena señora pretendía quedarse en medio de Madrid, no sabemos muy bien donde (en estas pesquisas el simpático conductor andaba por el Metro Cruz del Rayo buscando el origen de la vida más que la entrada de Av. de América), porque no cogía un autobus que salía justo de donde tod@s queríamos (y habíamos contratado) llegar.

Y claro está como suele ocurrir en este santo país, cuando dos mentes lúcidas y ágiles se juntan, lo que puede salir de tal conjunción, es el invento de la rueda... miles de años después de que ya exista. Una maravilla vamos. Pues ahí estaba nuestro simpático amigo con ganas de dar por finalizado aquel calvario, que en una maniobra brillante, decidió dar marcha atrás en una de las principales arterias de Madrid para hacernos el favor de dejarnos junto al metro de "Cruz del Rayo", para que pudiéramos llegar a Av. de América, porque si nos quedábamos con él, antes podríamos terminar encontrando la solución al enemiga de la santísima trinidad.

No les cuento las caras de susto primero, y luego admiración que todos pusimos ante tan brillantes deducciones. ¡Este hombre tendría que ser ministro! ¡Qué elocuencia! ¡Qué capacidad para resolver problemas! Ahí estábamos en medio de Madrid con 5 kilos de maletas y 4 horas de trayecto en autobus del tirón.

Y justo en ese momento, se me vino a la cabeza...


jueves, 10 de julio de 2008

Zaragoza, un lugar para conocer

No voy a marearles en esta entrada con vueltas y revueltas de lo que están siendo unas semanas bastante duras en el trabajo. No les engaño si les digo, que la alopecia comienza a preocuparme. Dicho esto, les vengo a hablar de una ciudad maravillosa: Zaragoza. Por lo evidente, obviaré los motivos sentimentales que pueden resultarme propicios para perder cierta objetividad en mis comentarios.

Zaragoza es una ciudad muy bonita, con un tamaño ideal y una gran actividad cultural. Resulta agradable vivir en esa ciudad, con ese Ebro que cruza la ciudad con su imponente magestuosidad. No voy a entrarles en detalle de la ciudad en lo que va a ser una entrada corta, pequeña, sólo quiero aconsejarles que aprovechen la ocasión de la EXPO para conocer la ciudad, y de paso visitar la exposición que de verdad es una ocasión única. El fin de semana pasado tuvimos ocasión de visitar la exposición con nuestros pases de noche, y les puedo asegurar que han hecho algo muy bonito, y que dentro del recinto el tiempo pasa volando. Ir a ver los pabellones tranquilamente, comer en los "merenderos" que han montado, las actuaciones musiciales y artísticas,... ¡Merece la pena! Si tiene ocasión, no lo dude, visite la EXPO... pero no se olvide de visitar, conocer y disfrutar de las maravillas que nos ofrece una ciudad como Zaragoza.

miércoles, 18 de junio de 2008

La frase del día

Me reconozco superado por el alcance y la magnitud de semejante cita, aquí se la dejo para su disfrute y deleite:
"En el mundo actual se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres que en la cura del Alzheimer. De aquí en algunos años tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven"

Dr. Drauzio Varella
Las interpretaciones y comentarios se los dejo a gusto del consumidor.

sábado, 7 de junio de 2008

Alcanzar acuerdos

En estos últimos días he tenido la gran oportunidad de visitar por primera vez territorio extranjero, dejémoslo así. Uno que siempre había pensado que España era el centro del universo, y que si el planeta giraba alrededor del Sol era un mero accidente físico que poco tenía que ver con la magnitud de este excelso país, resultó que fuera de nuestras fronteras... ¡¡¡también hay vida!!! Increíble. Se respira igual, la gente no va haciendo el pino por la calle, y todos tienen dos brazos como nosotros. Realmente aquella visión resultó todo un descubrimiento cuando aterricé en Niza.

No voy a decir que no pasara miedo a la hora de tomar tierra, más que nada porque el aeropuerto de esta hermosísima ciudad mediterránea se sitúa a pie de mar, con la incógnita que supone ver a través de las ventanillas del avión que sólo hay mar a tu alrededor mientras el avión pierde altura de manera acelarada. Bueno, casi me daba más pena terminar pereciendo en territorio extranjero...

Al final nada... y digo nada, porque la primera impresión tras unos escasos minutos en el país francés, uno piensa que quizás todo aquello de que en este Planeta sólo exista España, es una gran mentira. Vamos, que perfectamente, cuatro operarios de Iberia podían haber zarandeado un poco el autobus con alas en que estábamos subidos durante hora y media y habernos pasada una película por las ventanillas como en las películas antiguas mientras un gran equipo de especialistas se dedicaba a cambiar el escenario que nos rodeaba... La realidad es que parecían habérselo currado bastante he de reconocerlo. Todos hablaban un francés exquisito (o algo parecido). Fuera lo que fuera, o bien Iberia se lo había currado muy bien con el montaje (lo que se paga por estos pasajes bien lo merece) o bien realmente habíamos atravesado las fronteras de la madre patria para aterrizar en territorio de croissants, Le Monde Diplomatiques, Sarkozys, y demás fauna autóctona. La verdad es que la verdadera visión que nos hizo entender que aquello no era España era el precioso oleaje que a pie de pista coronaba una estampa hermosísima. Todo un espectáculo para los sentidos, que sólo podía suceder fuera de Madrid... salvo que el Manzanares hubiera sufrido una crecida impresionante... todo es posible.

Pronto nos vimos forzados a expresarnos en la dichosa (y detestable) lengua de Shakespeare, más que nada porque si en 10 años no era capaz más que de chapurrear el inglés, cualquiera podía arriesgarse con el francés que apenas había "repasado" durante tres años. Así que puestos a comunicarnos, intentamos utilizar el inglés, por lo menos en este primer día, con más voluntad que acierto, aunque bien es cierto que pronto alcanzamos un acuerdo tácito con los franceses, que permítanme que diga, que cuando hablan parece que guardan dentro la comida de todo el día. ¡Qué pompa se dan! En todo caso, ya vimos que aquello de la comunicación iba a transcurrir por los cauces más simples, cuando a simple vista vimos que encontrar un francés que supiera hablar bien inglés era más difícil que encontrar a algún españolito de a pie que pueda pensar que España pasará este año de Cuartos. Así las cosas, el inglés chabacano, el "auténtico inglés" había llegado a Niza...

sábado, 17 de mayo de 2008

Reflexiones de Mafalda o de cómo la vida puede llegar a ser hermosa...


Procurarse un futuro es una tarea harto difícil. No es cuestión de pocas horas plantearse qué quieres hacer con tu vida, pero cuando uno da ciertos pasos, tiene que atenerse a la realidad de las consecuencias que ellos conllevan.

Resultaría muy difícil resumir en pocas palabras qué he hecho en estos últimos tres meses. Quizás no tanto, como para haber abandonado este rinconcito virtual, pero no es menos cierto que labrarse un futuro no es cuestión baladí, sobre todo cuando ello conlleva pretender ser alguien de provecho, o como mínimo agenciarse buena compañía para ser un buen aprovechado. En cualquiera de las dos circunstancias, convendrán conmigo que la astucia y la picaresca no puede obviarse y deben considerarse ingredientes esenciales para cocinar un plato de gusto exquisito y aroma duradero, que deje un profundo sabor y esencia en quien lo prueba, ¿pues no es eso a lo que aspiramos? Puede que sí, quizás sólo se trate de dejar "algo" nuestro en quienes nos rodean, y quizás ese sea el último reto que nos pueda hacer mover en esta existencia tan banal.

Se ha perdido la concencia de lo colectivo, no hay mejor definición de la sociedad actual (¿postmoderna?) que el auge imparable del individualismo acrítico, de la autocomplacencia y el egoísmo como meta final del desarrollo humano. En esta perspectiva, me duele pensar que no vivmos más que para satisfacer nuestras necesidades más primarias, cuando la realidad es que no hay acto más bello que el hecho de cooperar de maner altruista y desinteresada, sólo buscando la felicidad en "el otro" por encima incluso de la propia nuestra.

sábado, 12 de enero de 2008

Tu firma cuenta (¡Todos contra el canon!)


Recientemente el Congreso de los Diputados aprobó el Canon Digital que grava productos como CDs, DVDs, ordenadores... Se estima que con este canon pagaremos 300 euros más al año, simplemente por el hecho de tener ordenador. Se trata este de un tema que va más allá, y que afecta a la cuestión de los derechos de autor... Desde la web "Todos contra el canon" nos animan a seguir firmando en su campaña de recogida de firmas:

Seguimos recogiendo firmas para evitar el pago indiscriminado del canon digital, tu firma es nuestra fuera:

Si aún no lo has hecho, firma aquí
Leer el manifiesto que vas a firmar
Ver número de firmas y listado de entidades firmantes

Necesitamos de tu colaboración activa para que nos ayudes a difundir este mensaje a tus conocidos y en aquellos foros y listas en los que participes habitualmente. ¡¡ Pásalo !!

jueves, 3 de enero de 2008

Poner a una anciana haciendo el pino...

Muchos días sin noticias, y claro está, empezar el nuevo año implica una felicitación a tod@s mis visitantes por este nuevo periodo que comenzamos.

Disfrutando aún de mis cortas vacaciones me dispongo a recordaros eso sí, una de mis últimas hazañas perpetrada aún en el año que recién agotamos. Me refiero en esta ocasión a una tarde de este pasado mes de Diciembre. Sí, durante una de mis últimas jornadas laborales. A eso de las 17:30 horas entra en mi despacho una señora de avanzada edad, usease una anciana, que con agilidad asombrosa y desafiando las leyes de la lógica y el sentido común ha tenido a bien cargar con las radiografías que le habían hecho desde que apareció en este mundo, hará ya casi siete décadas. La mujer, despierta y elocuente, no acepta que le comente que tiene los huesos mejor que yo, y que la prueba ha dado como resultado un estado excelente de su masa ósea. No. Aquello no era suficiente. No demostraba interés ni eficacia, y tampoco pareció hacerla entrar en razón mis ojeras y mi voz ya algo alicaída a esas horas de la tarde. La mujer aquel día quería "marchuqui". Ritmo, vamos.

"La simpática muchacha que me atendió por el teléfono me insistió en que trajera las radiografías que pudiera tener para que el Doctor las valorara al entregarme los resultados", me espetó la buena mujer. "No sí, si yo la entiendo", afirmaba yo mientras miraba con sorpresa el volumen y las dimensiones de la carpeta que con sus manos me ofrecía la anciana. "Pero comprenda que no tiene ningún sentido que yo me ponga a ver radiografías si le digo que los resultados de la densitometría son excelentes". Sin embargo, aquellos razonamientos no la iban a echar atrás. "Fíjese lo que le digo, con sus resultados la que debería estar leyendo radiografías sería usted y no yo...", intenté simpatizar con mi interlocutora con el fin de zanjar aquella absurda discusión. "No, pero yo creo que es conveniente"... La mujer no cejaba en su esfuerzo, y lo cierto es que el viaje que se tuvo que dar en el metro bien merecía otra explicación más ingeniosa para esta testaurada mujer... "No, espérate, no pierdas los nervios aún..." pensé para mis adentros.

Recurriendo a toda mi genial astucia le planteé la situación de manera sencilla: "Mire aunque llevo bata, no soy médico. No todos los que llevamos bata somos médico, ¿sabe? Soy farmacéutico y no tengo la preparación necesaria para mirar una radiografía". Aquello detuvo a la señora... durante apenas un instante. Pronto volvió a la carga. "¡Es igual, algo más que yo verá en las radiografías!".

Y ahí me encontraba yo. Sin saber ni como, ni por dónde, ni de qué manera, la mujer había hecho llegar las radiografías hasta mis manos y yo me encontraba ya con una sacándola de su sobre. No pregunten como. Ciertamente aquella actitud de esta buena señora, comenzaba a irritarme. No atendía a razones, por muy contundentes que fueran y yo comenzaba a estar realmente cansado, y sobre todo, la fila de mujeres que esperaban su resultado crecía y crecía mientras mi querida interlocutora intentaba que yo descubriera el origen antropológico de su fémur.

Lo cierto es que llegados a este punto, uno no sabe cómo, pero el ingenio se agudiza. Me encontraba pues ante una radiografía de las vértebras lumbares donde se apreciaba claramente la pelvis. No entiendo de traumatología, pero los huesos aún los situo. En esto, que cogí la radiografía como buenamente quise, y la puse, con cara de sumo interés al trasluz de la lámpara que iluminaba el cuarto, simulando la pose de un traumatólogo experto. Entonces inicié un acto de sublime desesperación para desembarazarme de mi recién adquirida amiga. "Aja... ummm... aja..." Tras dar vueltas a la radiografía terminé exclamando mientras señalaba un azaroso punto de la imagen radiológica... "¡Ahí! ¡Ahí! ¡Mire por favor, mire aquí!". La mujer que me había atendido en silencio saltó de su asiento "¿Dónde? ¿Dónde? ¡Sí, yo miro! ¿Dónde?"...

Mi voz se volvió pausada: "¿Se da cuenta? Fíjese, usted está haciendo el pino tal y como yo he cogido la radiografía... Por favor... no me haga hacer el ridículo, y llévese las radiografías". No hizo falta más. La mujer salió con su álbum radiológico enfilando la salidas.