domingo, 26 de octubre de 2008

You never walk alone

... Hay personas que tienden a sentirse eternamente jóvenes, se cuidan y disfrutan de actividades similares a las que practicaban en su más tierna juventud (infancia), y se podría decir que literalmente por ellos/as no pasan los años. Son los riesgos de la edad mal llevada.

Tengo un padre que no quire cumplir años. No es un defecto bien llevado, porque a nadie le gusta cumplir años. La realidad es que él no es una excepción hasta este punto. Su afición por el deporte, bueno, por el deporte, más bien por el fútbol le lleva a tomarse las cosas demasiado en serio para su edad.

Ya uno que se dio cuenta que aquello del balón esférico no era lo suyo, ve con cierta vergüenza como una vez retirado a una tierna edad, su progenitor aún coquetea con el baloncito para arriba y para abajo, cuando uno ya ha asumido que ni siquiera como actividad lúdica vale para uno el fútbol.

Recuerdo ya años atrás, cuando aún estaba comenzando mis estudios, como mi padre se iniciaba en la que por entonces, se dio en llamar la primera liga de veteranos en Torrejón. Nada serio diría más bien, sino fuera porque ver un partido de aquellos hombres que ya sobrepasan las cuatro décadas de existencia, pareciera más bien ver un partido a cámara lenta, y donde cada movimiento de alguno de estos simpáticos "niños grandes" fuera a terminar con un hueso fuera de su sitio.

Mi padre y sus amigos ya no llenan estadios... bueno, tampoco los llenaron en su juventud. Años después, mi padre se sigue reuniendo con sus amigos de la juventud, y han vuelto a reunirse en una liga que reúne a los veteranos (mayores de 37 años según parece). Claro está, que hay veteranos y veteranos... no es lo mismo ser un veterano de 37 años, que un veterano de 60 años, y en estas están estos muchachotes, que tienen una media de edad que supera en 10 y hasta 20 años a muchos de los otros equipos, que en muchos casos están compuestos por jugadores "recién retirados".

El delantero centro del equipo cuenta con la friolera de 64 años. En otras palabras, si es capaz de marcar la mitad de goles que años tiene, el futuro del equipo será espléndido. Es tal la estadística que hay partidos donde sólo entre cuatro jugadores del equipo, reúnen tantos años como el rival, incluso siendo todos veteranos como juegan.

Con estas mimbres, y a pesar de que llevan años jugando (y alguno no lo hace del todo mal), es raro que toquen la pelota más que para sacar del centro del campo, antes de que el rival se la quite para salir disparado como alma que lleva el diablo y marcarles un gol. De hecho, me comentan que en las estadísticas de posesión del balón, la estrella del equipo es el delantero centro de 64 años que es el encargado de sacar del centro del campo, y por tanto el jugador del equipo que más tiempo tiene en su poder el esférico para su equipo.

Este delantero de 64 años ha sido homenajeado ya cinco veces, en otras tantas intentonas de retirada, pero está claro que el que tuvo retuvo, y no consiguen encontrar recambio para este jovencito que se enfrenta ya a las 6 décadas de longevidad. A cada retirada le ha acompañado otra vuelta a los campos de fútbol.

Es curioso, pero ya a estas edades no necesitan fisioterapeutas como los jugadores profesionales o más jóvenes amateurs, no. Lo que necesitan son médicos de medicina interna. Cuando hay una baja no es por una contractura o una sobrecarga, sino por algún episodio cardiovascular o alguna patología similar.

Bueno siempre es cierto que los rivales están muy preocupados y se muestran muy atentos con la salud de estos mozalvetes. En uno de los últimos partidos, uno de los jugadores del equipo, intento llegar a un balón que iba a la altura de su cabeza. Pero como las cosas sencillas no son propias del ser humano, y como piensan que los años no pasan por ellos, decidió acudir a buscar el balón en posición acrobática saltando y estirando la pierna. Claro está, como el tiempo no pasa en balde, la caída fue morrocutada, tanto es así, que el rival, un muchacho de 30 y pico años, casi 40, acudió no a la pelota, sino al rival recién caído preocupado por su salud. Pero es tanta la vergüenza que si el muelle con el que se incorporó lo hubiera utilizado para llegar al balón antes, hubiera conseguido alcanzarlo sin ningún problema.

También me cuentan que alguno de los integrantes del equipo, que ya luce dentadura postiza anda muy preocupado por este asunto, porque cualquier día de un pelotazo, el dejan en plan "cuñaooo", sin dientes y a lo loco corriendo como pollo sin cabeza por el campo. Es una pena, pero son los pequeños riesgos que en cada partido afronta este grupo de jóvenes promesas frustadas del mundo del fútbol. ¡Qué cruel fue el esférico con esta generación!

El último partido lo perdieron 10-3, pero al descanso iban 4-2, y como el orgullo no se pierde, ya están pensando que quizás su problema pueda estar en el fondo físico, así que están haciendo "juego de despachos" para reducir la duración de los partidos a un único tiempo.

En un partido pasado, mi padre le soltó una patada a un muchacho de treinta y tantos... y se quedó tan pancho. Me comentó que le dijo que "tenía mucho mérito lo que hacían para su edad...", lo que no me quedó claro es si este comentario lo hizo el buen muchacho antes o después de la patada, pues siendo la segunda opción, queda claro que falta el remate de la frase "... porque después de la ostia que me has dado, todavía te pillo antes de que salgas tú corriendo".

El portero recién fichado a principios de año, es un figura consumado. Para mayor inri y desgracia de su equipo, le han terminado indicando, que no pasa nada si los disparos que van a portería no los puede parar, pero que evite terminar metiendo dentro de la red los balones que van fuera, y es que parece que al final siempre hay que buscar un chivo expiatorio.

En fin, yo siempre le digo a mi padre lo mismo. Haz las chiquilladas que quieras, pero no te hagas daño que estas mayor, hay crisis, y luego te tenemos que soportar tod@s la baja laboral, así que tú haz las monerías que quieras, pero cuídate de que los huesos vuelvan a casa en el mismo sitio en que estaban al irse.

Bueno, la salud de algunos se resiente, está claro. Los resultados no acompañan, también está claro. Pero... como cantan los hinchas del Liverpool... "You never walk alone"... Lo importante no es la edad, sino el espíritu.

domingo, 19 de octubre de 2008

La imaginación al poder...

Esta entrada se la dedico al trabajo de mi hermana y sus compañeras durante el pasado curso de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Algunos de sus trabajos, impresionantes, aunque me permitirán guardarme el que considero el mejor para otra entrada para más adelante...

Estos tres anuncios forman lo que ellas llaman un teaser, es decir, vienen a ser varias partes aparamentemente inconexas que terminan descubriendo el objetivo o el motivo de los mismos para anunciar el producto final. Es una técnica habitual que requiere de originalidad para captar la atención de los potenciales "clientes".







viernes, 10 de octubre de 2008

Monasterio de Piedra - Septiembre 2008

Si pongo muchas más palabras en esta entrada lo estropeo... simplemente disfruten las fotos...















martes, 7 de octubre de 2008

La mala educación...

... Esta vez les voy a contar algo sobre un vecino. Un buen hombre, alguien con el que cualquiera podríamos encontrarnos por la calle y pensar: "qué gran ciudadano". Sí, pero detrás de este ser humano con categoría de ciudadano, se esconde una bestia parda cuya humanidad tiene a bien compartir con el resto de seres vivientes que se cruzan por su camino.

Este buen hombre, cuya simpática figura recuerda bastante a la imagen que tenemos muchos y muchas de nuestro simpar Sancho Panza, disfruta de una familia peculiar en la cual destaca sin lugar a dudas, para desdicha de sus convecinos su hijo. Un muchacho de unos 16 años de edad, pero que pudiera aparentar por cuerpo y figura más edad, y sobre todo más maldad de la que en realidad el buen muchacho disfruta. Ete aquí esta bella perla de la naturaleza que desde hace dos semanas ha decidido compartir con el resto de la especie humana sus esputos, teniendo como víctimas directas las baldosas de la amplia terraza del bajo que mi querida Dulcinea y yo disfrutamos. No es cosa agradable, entiéndame ustedes, tener que aguantar el espectáculo de ver como el muchacho deposita desde el tercer piso sus fluidos corporales sobre nuestra terraza, tanto por la imagen como por el sonido espeluznante e indescriptible que ocasionan al caer.

Como con semejante botarate debía lidiar, me armé de valor para subir a contarle una semana después del inicio de las fechorías, que quizás pensara que como buen marxista le iba a solicitar que con el fin de terminar de socializar mi escasa (perdóna, la escasa propiedad privada de mi abuela) propiedad privada, tuviera a bien acompañar el camino que sus desagradables escupitajos recorrían para terminar limpiando mi terraza. Todo por supuesto en un esfuerzo didáctico y enriquecedor único, pretendiendo hacer de este pequeño inepto una persona de saber estar y cordura. Triste aquí yo, que una vez subo y veo a la bestia parda (que por lo menos me sacaba dos cabezas), incapaz de negar la evidencia, termina el buen muchacho por decirme: "No si es que yo tengo un problema con mi saliva..."... ¡pero pardiez! ¡si ahora querrá contarme el buen mozo sus desdichas de salud para justificar tamaño despropósito! Con que con estas le expliqué sin prisa pero sin pausa, que me hacía cargo de su pesar, pero que un paso atrás en según que situaciones, podía venirnos muy bien a algunos para evitar un espectáculo del que jamás me hubiera gustado ser espectador. Nuestra terraza lo agradecería, aunque no sé si la suya...

Como a pesar de todo el muchacho no daba mucho más de sí, y apelar a la inteligencia del buen mozo hubiera requerido de un milagro que no está desde luego al alcance de buena parte del santoral unido en titánica tarea, decidí recurrir a la bendita autoridad. Y le hice ver que si se repetía la situación sólo una vez más, su padre tendría noticias de la fuerza pública, puesto que por si no se había dado cuenta en esta angosta calle en la que vivimos habían instalados cámaras en las farolas para vigilar el correcto estacionamiento de los coches, tal y como podía comprobar justo enfrente de su casa, y poco nos costaría demostrar que sus tenaces ideas sobre la higiene pública, no entraban dentro del concepto de salud pública.

Aquella misma tarde el botarate salió dos veces más a su terraza, no para lanzar sus "mensajes de amor" a sus vecinos del primero, tampoco para ver la estrellas, parecía más centrado en discernir si aquella amenaza mía era cierta o no. Sobra decir, que ni cámaras ni fuerza pública, que lo único que pretendíamos era dar un buen susto al muchacho, que desde hace una semana parece haber solucionado sus problemas "salivares".

En fin, qué vamos a pedir a este muchacho si el padre, a las 7:00 horas am (antes del mediodía para entendernos), baja a un hermoso perrito llamado Luna, a grito pelado por las escaleras, como si en vez de perro fuera cabra y en lugar de ciudad, esto fuera campo abierto. Peores aún son las subidas por la escalera, al grito de "subeeeeeeeeee... subeeeeeeeeeeeeee... subeeeeeeeee...". Ni tienen vergüenza ni la conocen, pero no saben que alguno que anda suelto tampoco lo tiene... Todo a su tiempo, todo a su tiempo.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Perder el sentido de la orientación...

... en estas me encuentro, y sólo así se pueden explicar ciertos sucesos. Hasta ahora me consideraba agobiado por el trabajo, pero ahora diría que casi puedo considerarme por superado. No lo digo yo, de verdad, lo dicen los hechos. La última historia es clara y elocuente, habla por sí misma. Escribir en una historia médica, en la "historia actual" del paciente: "Pérdida de visión en el oído derecho" me lleva a replantearme si en mis tiempos de juventud y estudio me salté alguna clase elemental de anatomía humana.

Ahora entenderán mi preocupación, noto un cierto agarrotamiento neuronal. Es algo incipiente, como si fuera a sufrir en cualquier momento un esguince neuronal. No se preocupen. Un gran mundo está aún por descubrir... no se desanimen.