sábado, 17 de mayo de 2008

Reflexiones de Mafalda o de cómo la vida puede llegar a ser hermosa...


Procurarse un futuro es una tarea harto difícil. No es cuestión de pocas horas plantearse qué quieres hacer con tu vida, pero cuando uno da ciertos pasos, tiene que atenerse a la realidad de las consecuencias que ellos conllevan.

Resultaría muy difícil resumir en pocas palabras qué he hecho en estos últimos tres meses. Quizás no tanto, como para haber abandonado este rinconcito virtual, pero no es menos cierto que labrarse un futuro no es cuestión baladí, sobre todo cuando ello conlleva pretender ser alguien de provecho, o como mínimo agenciarse buena compañía para ser un buen aprovechado. En cualquiera de las dos circunstancias, convendrán conmigo que la astucia y la picaresca no puede obviarse y deben considerarse ingredientes esenciales para cocinar un plato de gusto exquisito y aroma duradero, que deje un profundo sabor y esencia en quien lo prueba, ¿pues no es eso a lo que aspiramos? Puede que sí, quizás sólo se trate de dejar "algo" nuestro en quienes nos rodean, y quizás ese sea el último reto que nos pueda hacer mover en esta existencia tan banal.

Se ha perdido la concencia de lo colectivo, no hay mejor definición de la sociedad actual (¿postmoderna?) que el auge imparable del individualismo acrítico, de la autocomplacencia y el egoísmo como meta final del desarrollo humano. En esta perspectiva, me duele pensar que no vivmos más que para satisfacer nuestras necesidades más primarias, cuando la realidad es que no hay acto más bello que el hecho de cooperar de maner altruista y desinteresada, sólo buscando la felicidad en "el otro" por encima incluso de la propia nuestra.