... Pues sí, de esto trata esta entrada. Les prometía emociones fuertes en mi entrada anterior. No lo duden las tendrán. Resulta curioso este trabajo mío. A veces me daría la impresión de luchar contra molinos de viento.
Dos pacientes distintas. Dos pacientes pendientes de citar en una fecha teórica. Siempre tenemos margen por supuesto. Sin problemas sin lugar a dudas.
Primera llamada. Una mujer entradita en años al otro lado del aparato. Citada para un día, con ella confirmado, toda la visita preparada. La enfermera esperándola para clavarle el aguijón. ¿Y? 10... 10:30... 11:00... Me decido a llamarla... ¿Señora piensa venir a la cita? ¿Le ha sucedido algo? "Eh... este... pues... verás... es que ahora mismo justo estoy de viaje". Fin de la llamada. "Eh... ¿se habrá pensado que soy gilipollas"... por supuesto la estaba llamando a su teléfono fijo en casa. No encontró mejor excusa.
Segunda llamada. Un paciente. Después de una semana y no habiendo venido a su cita. Llamamos a su casa. No se pone, lo coge su mujer. "No está el señor X", "no se preocupe, es que queríamos ver por qué no había podido venir a su cita en el infierno la semana pasada", "¿cómo? ¿usted es Pepito Grillo no?", "Sí señora, el mismo", "Pues debe estar equivocado. Mi marido acudió". Cara de asombro, sorpresa y consternación por lo que me estaba sucediendo. "No señora, su marido no vino..." "Sí, claro que fue, me dijo que no pudo ver a Lucifer pero que se hizo analítica y todas las pruebas". Comprendiendo el alcance del engaño, y la situación, y por no explicarle a la señora el cariz de la mentira, le agradezco su atención y le pregunto por cuándo le viene mejor hablar a Pinocho... digo a su marido.
No, no se escadalicen, aún hay más, ¿saben cuál fue la explicación del marido? "Pues... salía del metro, y me desorienté, no sabía bien donde estaba, así que me metí otra vez en el metro y para casa que se está más calentito". Increíble pero cierto. "Me doy tanta vergüenza decírselo a mi mujer, que la mentí". Muy bonito, lo está usted solucionando... menuda fauna anda suelta.
Seguiremos informando...
Dos pacientes distintas. Dos pacientes pendientes de citar en una fecha teórica. Siempre tenemos margen por supuesto. Sin problemas sin lugar a dudas.
Primera llamada. Una mujer entradita en años al otro lado del aparato. Citada para un día, con ella confirmado, toda la visita preparada. La enfermera esperándola para clavarle el aguijón. ¿Y? 10... 10:30... 11:00... Me decido a llamarla... ¿Señora piensa venir a la cita? ¿Le ha sucedido algo? "Eh... este... pues... verás... es que ahora mismo justo estoy de viaje". Fin de la llamada. "Eh... ¿se habrá pensado que soy gilipollas"... por supuesto la estaba llamando a su teléfono fijo en casa. No encontró mejor excusa.
Segunda llamada. Un paciente. Después de una semana y no habiendo venido a su cita. Llamamos a su casa. No se pone, lo coge su mujer. "No está el señor X", "no se preocupe, es que queríamos ver por qué no había podido venir a su cita en el infierno la semana pasada", "¿cómo? ¿usted es Pepito Grillo no?", "Sí señora, el mismo", "Pues debe estar equivocado. Mi marido acudió". Cara de asombro, sorpresa y consternación por lo que me estaba sucediendo. "No señora, su marido no vino..." "Sí, claro que fue, me dijo que no pudo ver a Lucifer pero que se hizo analítica y todas las pruebas". Comprendiendo el alcance del engaño, y la situación, y por no explicarle a la señora el cariz de la mentira, le agradezco su atención y le pregunto por cuándo le viene mejor hablar a Pinocho... digo a su marido.
No, no se escadalicen, aún hay más, ¿saben cuál fue la explicación del marido? "Pues... salía del metro, y me desorienté, no sabía bien donde estaba, así que me metí otra vez en el metro y para casa que se está más calentito". Increíble pero cierto. "Me doy tanta vergüenza decírselo a mi mujer, que la mentí". Muy bonito, lo está usted solucionando... menuda fauna anda suelta.
Seguiremos informando...